La masificación de la cultura

Estudiando épocas no muy lejanas y comparándolas con la actual no se puede evitar establecer diferencias. Una de las preguntas que siempre me vienen a la mente es ¿Por qué ya no hay tantas personalidades del ámbito de la cultura como antes? No me refiero ya sólo en número, si no en la calidad y repercusión de sus obras. Hablando de un terreno concreto, el de la filosofía, desde la muerte de Heidegger en 1976 soy incapaz de encontrar filósofos creadores dignos de mención. Es cierto que abundan los comentadores y recopiladores, pero ya no hay autores con una filosofía propia, con una metafísica propia. Esto es extrapolable a otros terrenos como la literatura, el pensamiento en general e incluso la ciencia.

Con la reciente muerte de Levi Strauss parece como si apenas quedasen grandes pensadores vivos. No hay una renovación, una nueva generación que pueda sustituir a los que se van marchando. Pero, ¿Es esto así? Personalmente abogo por el sí. Las referencias culturales de la actualidad no se pueden comparar con las de hace 50 o 70 años. Ya no hay ningún Unamuno, Ortega, Marañón o Comte. Es cierto que hay los que se autodenominan 'intelectuales', más toda esa panda de personajes (empezando por gente como Savater y terminando por arrogantes como Pérez Reverte) no creo que tengan el valor cultural ni la repercusión social de los que otrora recibían este apelativo. Si aceptamos la tesis de que actualmente no hay referentes culturales realmente importantes debemos hacernos la pregunta de ¿Por qué? Se me ocurren dos respuestas plausibles:

  1. Tal vez existan pensadores con unas ideas y trabajos muy interesantes, de igual o mayor valía que las de los intelectuales del pasado. Esas personas existen, su trabajo está ahí, pero no tiene ninguna repercusión o tiene una repercusión minoritaria. La élite intelectual de épocas pasadas poseía una gran influencia en su sociedad y por eso todos sus trabajos tenían gran repercusión (aunque la masa no lograra comprender del todo sus trabajos los tenía en gran estima y los valoraba positivamente). Sin embargo, según esta idea, los trabajos de los actuales pensadores al no tener ninguna repercusión real en la opinión pública crean la sensación de que no existe un pensamiento comtemporáneo valioso. ¿Quienes serian estos autores? A la mente se me vienen nombres como Chomsky, Eduardo Galeano o Umberto Eco, por citar algunos. ¿Es su obra de igual o mayor valía que la de los referentes culturales de otras épocas? Me veo incapaz de responder a dicha pregunta, es una cuestión altamente subjetiva. Podría resumirse pues esta respuesta en que hay intelectuales con ideas interesantes, pero su repercusión minoritaria en la masa social hace que parezca que hay una total infertilidad cultural.

  2. Realmente no hay intelectuales con la valía de los de tiempos pasados. Existen, como es obvio, personalidades que destacan por encima de la media y que aportan obras de interés. Sin embargo dichas obras tienen poco de original, no suponen un verdadero avance en la sabiduría, se limitan a reformular o repetir formas e ideas que ya fueron expuestas anteriormente. En la literatura los autores que escriben no llegan a las cotas que marcaron genios en época no muy lejana (hablo de gente como Hemingway, Fitzgerald o Lorca). La poesía actual, por poner un ejemplo paradigmático, parece estar a años luz de la que se creaba en las vanguardias. Vivimos pues en unos tiempos de vacío cultural, de falta alarmante de personalidades, de grandes nombres.

Cualquiera de las dos respuestas es posible, puede ser acertada. No me puedo decantar por ninguna de las dos, por eso las muestro conjuntamente. Sin embargo hay un presupuesto común a ambas: las sociedad actual, las masas, no necesitan ni quieren grandes pensadores. Parece como si lo que comunmente se ha entendido como cultura estuviera desapareciendo, ya no interesa, ya no vende, ya no llama. ¿Qué está pasando con la literatura, con los gustos estéticos en general? Creo que lo que acontence se podría denominar como 'la masificación de la cultura'. ¿A qué me quiero referir con esto?

Me refiero a que los gustos de la masa están logrando traspasar los límites del grupo de hombres-masa para introducirse en los creadores. En el caso de la literatura, los libros que consume la masa están redactados especialmente para la masa. Es el fenómeno de los best-seller, literatura de consumo fácil y rápido, una extrapolación de la cultura de la comida rápida al mundo cultural. Esto da que pensar. Aunque sea mejor leer esos libros que no leer nada, es preocupante que el ámbito cultural se supedite a los gustos masificados. Esta es una tendencia que va creciendo con el paso de los años. Ortega ya dijo en su 'Deshumanización del arte' que si las obras artísticas eran ignoradas por las grandes masas no había problema alguno, era una buena señal. Lo que nunca debían hacer los artistas era dejarse influenciar por la corriente de gustos mostrencos e insípidos de la mayoría. Se trata este de un tema apasionante y que posiblemente sigamos tratando en el futuro, pero lanzo la pregunta al aire. ¿Vivimos en una época donde prima la decadencia de la cultura?

4 comentarios:

markogalan dijo...

Dificil es dar una respuesta contundente a tu pregunta. En mi mas sincera opinión sí creo que han existido y que existen pensadores contemporáneos ilustres(que sí bien como tu mismo has indicado carecen de una total relevancia y por lo tanto son profundamente desconocidos por el gran público)que aportan mucho al conocimiento. Por citar nombres que no has comentado: Quine o Foucault, así como nuestro querido Martinez Marzoa. Pero creo que el sistema actual - entre otras cosas - impide que puedan ser relevantes. Hoy la gente se consuela con lo facil y por eso abunda un pensamiento debil y una literatura de masas. Es paradojico ver como un facil acceso ha provocado un extremo rechazo. Lo que se conoce hoy como "fin de la historia" es ahora auge en el pensamiento actualde mayor relevancia: la postmodernidad. Pero no olvides que siempre ha habido épocas oscuras y quizas esta sea una de ellas, pero aún no pudiendo ser concluyentes sí me decanto porque exista algún reducto desconocido en el que indagar, como sucedio tantas otras veces con autores que hoy consideramos grandes genios.

Unknown dijo...

Eso que llamas “masificación de la cultura” no es nada nuevo; viene ocurriendo al menos desde el siglo XIX, y el síntoma puedes encontrarlo en los folletines tan populares que le dieron a Flaubert el sustrato para su Madame Bobary (y sin los cuales esta obra de la alta literatura no hubiera visto la luz). Es verdad que en España Ortega, y antes Unamuno, alertaron sobre esto. Adorno, en la introducción de la Dialéctica negativa, nos dice que “ninguna teoría escapa ya al mercado”; ¡ninguna teoría! El mercado se introduce hasta en lo que parece más alejado de él: el pensamiento. No es ya sólo el arte el que se ha convertido en mercancía (eso también viene de atrás, del siglo XIX y el auge de la burguesía), sino las propias ideas. Pero esto no es motivo únicamente para echarse las manos a la cabeza y decir: ¡el pensar ha muerto!, aunque bien es cierto que debería entristecernos. Esto es simplemente lo que, como punto de partida, ha de determinarnos a nosotros a pensar hoy.
El alarmismo con respecto a la cultura se ha tenido prácticamente desde siempre. Eso que dices de que las masas no necesitan ni quieren grandes pensadores viene a decirlo también Hegel en la introducción a la Lógica, y de eso hace ya algunos años también. Nietzsche también habla, unos pocos años después, de la decadencia de su Alemania y de Europa en general, y de la debilidad y pusilanimidad de sus intelectuales. Ocurre algo parecido que con el alarmismo en torno a la falta de respeto de los jóvenes actuales; se tiene constancia de una queja de este tipo en jeroglíficos aparecidos en la tumba de un comerciante egipcio. No te puedo dar la referencia exacta, pero leí que decía algo así como que el mundo estaba condenado si, como estaba ocurriendo, no se mantenía el respeto de antaño a los ancianos. Y de eso también hace bastante tiempo.
Utilizas muy bien la figura del Best-seller para referirte a esto que pasa (aunque algunos autores que señalas, como Eco, Chomsky o Heidegger, son autores con índices de ventas envidiables); pero, en cualquier caso, el que la “alta cultura” o como quieras llamarla no se difunda con el mismo ahínco y la misma dedicación (en tiempo, esfuerzo y dinero) que la cultura basura, no quiere decir, ni mucho menos, que hoy sea un tiempo en el que esta peligra o esté pronta a desaparecer. Antes de decir algo así sería bueno tener una buena imagen de cómo se difunde el pensamiento hoy, cómo crece, cuáles son sus peligros y de qué índole son las relaciones de poder en que se imbrica. Porque claro, la cuestión está en que hemos de pensar nuestra actualidad (esta palabra tiene un peso ontológico, más allá de su uso reiterado y viciado en los medios); nuestra actualidad tal y como se nos presenta. Y para ello hemos de tener los ojos bien abiertos. ¿De verdad reina hoy en día la decadencia de la cultura? Entonces la filosofía será, en gran medida, una suerte de medicina o psicología (de la cultura): debe diagnosticar los males y determinar las terapias.
Preguntas el por qué de la falta de referentes actuales, y das dos respuestas; ninguna de ellas me resulta satisfactoria. Y es que no acepto la tesis de que no ha habido pensadores originales, o con peso, desde Heidegger. Por supuesto que los ha habido; también es verdad que todos los que han merecido la pena se han hecho cargo, de un modo u otro, de la obra de este alemán, que es sin duda unos de los más grandes filósofos que ha habido en la historia de occidente. Tú mismo hablas de Lévi-Strauss o Chomsky, por ejemplo; en el comentario anterior se habla de Foucault (creo que la mención de Quine puede obviarse ¬¬). Éste, por ejemplo, es un pensador posterior a Heidegger, muy influenciado por...

Unknown dijo...

...él (a pesar de que no lo cita apenas, en una entrevista casi al final de su vida reconoció que fue una de sus principales inspiraciones; eso también podemos verlo en la misma obra de Foucault, sin recurrir a su testimonio) y que ha sido sin duda otro de los pensadores europeos más influyentes en el siglo XX, tanto por su obra como por su papel en la lucha contra los manicomios y en la denuncia de las relaciones de poder en centros penitenciarios. Pero es que pueden decirse muchos más, con pensamientos que van más allá de Heidegger: Deleuze (muerto en los años noventa), Derrida (también muerto hace seis años o así), Zubiri (éste es español), Lyotard; aunque si dices que te interesan vivos: Peter Sloterdijk, Michael Hardt, Toni Negri, Michel Serres, Agamben, Jürgen Habermas, K.O. Apel, Nancy, Vattimo; o José Luis Pardo, Antonio Escohotado, Pedro Cerezo, Marzoa y Luis Sáez Rueda (cuyo último libro, Ser errático, te recomiendo) entre los españoles. Estos son sólo unos pocos que me vienen de golpe a la cabeza; hay, por supuesto, muchos más. Y si hablamos de gente no tan estrictamente ligada a la filosofía la lista se haría interminable. Por supuesto que se piensa hoy; algunos de estos individuos tienen más presencia política que otros, claro está. En algunos casos, esa presencia es nula; pero Heidegger tampoco tuvo demasiada repercusión política que digamos (a no ser que se tuerza la mirada al tiempo de rector en Friburgo con el régimen nazi, que nada tiene que ver con un activismo; Heidegger no fue nunca un referente político él mismo. Hannah Arendt decía que para esos temas era simplemente inepto).
La vía fácil es pensar que todo está perdido por obra de una especie de genio maligno que ha malogrado la cultura e impide pensar. Algunos colocan en ese hueco al “mercado”; otros, como el comentarista anterior, a la “posmodernidad”. El primero es un enemigo hipostasiado, al que, como excusa para no comprenderlo, se le achacan todos los males irreflexivamente (lo que hay que hacer es estudiarlo para ver la acción posible desde dentro, joder, y dejarse de tanta tontería; y no me refiero con ello a ninguna “acción” estúpida e irreflexiva en la línea de muchos grupos “marxistas” de hoy, que no son otra cosa que clubs sociales); el segundo es un cajón de sastre con el que no se refiere concretamente a nada. Se llama posmoderno a Lyotard, a Nancy, a Derrida, a Foucault, a Deleuze… Incluso he oído etiquetar a Lacan así. Con ello ocurre lo mismo que con el caso anterior: se evita pensar qué es lo que dicen de verdad estos autores y se los tacha de “irracionalistas”, frente al espejismo del resurgimiento de la ilustración. A esta impostura la llama Foucault “el chantaje de la Aufklärung”. Pero lo cierto es que con decir que hoy reina una época de oscuridad por causa de una difusa y muy, pero que muy mala “posmodernidad” es sólo una excusa para poder explicar lo que no se comprende y, en lugar de ir al asunto y tratar de comprenderlo, poder repantingarnos en la silla y seguir con el wow, satisfechos por los cinco minutos que le hemos dedicado al pensar.
No incurrir en un fatalismo no conlleva sin embargo el imperativo de tener una mirada optimista. Deleuze dice que la filosofía hoy, por como está la cosa, entristece. Y es verdad. Pero esa es una condición necesaria del estar atentos que nos corresponde; ni caer en el estúpido optimismo del “hoy en día se vive mejor que nunca”, ni en el fatalismo autocomplaciente y excusador del “nuestra época es una época oscura, sin solución”. El punto medio está del lado de la mirada atenta, crítica, acusadora, que localiza, como si de un diagnóstico se tratase, el cáncer. Y aunque carezca de esfuerzo por extirparlo, al menos ha de luchar por señalarlo en la vida pública y decir: “tú eres el cáncer; tú eres nuestro mal. Sin ti seriamos mejores, y queremos ser mejores”.

Anónimo dijo...

Ни аи ум со аоме совре а фаис да терра у аоме не ааи ненгун не ексисте на манеира ненгун.

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