El último rey de Escocia

Dirigida por Kevin Macdonald (habitual director de documentales), la película nos lleva a la Uganda de los años 70. Nos presenta la historia de un escocés recién titulado en medicina que decide irse a ejercer su profesión en África. Por puro azar conoce al general Idi Amin, el cual acaba de dar un golpe de estado, y se convierte en su médico personal. A partir de entonces irá descubriendo la personalidad del gobernante y viendo como lo que en un principio parecía un gobierno para el pueblo es en realidad una dictadura cruenta.

Destaca sobre todas las demás la interpretación de Forest Whitaker en el papel de Amin, de hecho fue merecedora de premios como el Oscar o el Globo de Oro. El grado de parecido con el personaje real es muy alto, un gran trabajo de maquillaje y vestuario. Logra captar a la perfección la turbia y paranoica personalidad del lider ugandés. James McAvoy cumple en el papel de médico y como dato curioso resaltar la aparición de Gillian Anderson (más conocida por su papel de Scully en Expediente X).

La película tiene un enfoque muy centrado en los personajes, con el
objetivo de destacar la figura de Amin. Personalmente hubiera preferido un enfoque más amplio, mostrando también las repercusiones que tuvo la dictadura en el pueblo ugandés. Mientras que el personaje de Amin está basado en hechos reales, el del médico es pura ficción (aunque ligeramente inspirado en Bob Astles). Ese es el motivo de que aparezcan recreadas muchas situaciones históricas, como el secuestro de un vuelo de Air France por miembros del FPLP. Es sumamente interesante como muestra el apoyo que los ingleses daban a los dictadores africanos para que luego favorecieran sus intereses. Ellos (y otros gobiernos europeos) apoyaban golpes de estado para derrocar a gobernantes que no favorecian sus políticas exteriores. En el film se muestra como ayudaron a subir al poder a Amin y como le querían asesinar cuando su política se convirtió en incómoda.

El guión está basado en la novela del mismo nombre escrita por Giles Foden. Se trata de una obra bien realizada, de una buena película que quizá podría haber dado más de sí. Los aspectos negativos que representó Amin son apenas esbozados en los títulos de crédito, dando una imagen quizá no lo suficientemente ajustada a la realidad de la dureza del régimen. La película se puede encuadrar junto a otras con temática parecida y también ambientadas en África; la fantástica Hotel Rwanda o incluso con In My Country (esta de calidad algo más baja). La damos un 7.

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